"Y es que hubiera querido abatir a espadazos sus miedos, agarrar a Dios de la solapa y advertirle lo mal que le iría si ella llegaba a padecer un dolor más, apretarla en un abrazo largo para exprimirle la tristeza acumulada, amarla a toda mi capacidad aún a riesgo de morirme de tanto sentirla"...
No hay comentarios:
Publicar un comentario